Si te ha llamado la atención el título de este artículo solo puede significar dos cosas: la primera es que conoces y te interesa el e-learning, ya que no cualquier persona conoce ADDIE dentro del contexto del Diseño instruccional. La segunda cuestión es que además de conocer este mundillo, quieres mejorar en él. Si esa es tu situación, no puedes perderte lo que sigue, ya que te va a permitir conocer mucho mejor los entresijos del e-learning desde su base: el diseño instruccional.
Empecemos por el principio. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de Diseño Instruccional? El Diseño Instruccional (o DI, para los amigos) es la forma de unir pedagogía y tecnología. Por supuesto, existen una serie de marcos o sistemas de Diseño Instruccional (SDI) que facilitan de forma teórica esta labor de diseño pedagógico, pero, sinceramente, esa teoría es difícil de llevar a la práctica en el mundo laboral.
En nuestro equipo hemos aprendido que el día a día, los diferentes clientes y los requisitos de cada proyecto no nos permiten centrarnos en un solo sistema, pero eso no quita que no podamos inspirarnos en el más reconocido mundialmente. Y ese no es otro que el célebre sistema ADDIE.
El carácter flexible y sencillo de ADDIE es probablemente la razón por la que se ha posicionado tan bien, ya que permite que se adapte de una manera más intuitiva y simple a nuestro trabajo diario como diseñadores instruccionales.
Sin embargo, ¿realmente podemos mantener esa flexibilidad y sencillez ciñéndonos al 100% a la teoría de cada una de sus fases? Sus fases (Análisis, Diseño, Desarrollo, Implementación y Evaluación), que conforman ese acrónimo de ADDIE, pueden ayudarnos mucho en la práctica de nuestros DI. Ahora bien, ¿cómo podemos utilizar este sistema sin dejar de priorizar la creatividad que requiere cada proyecto?
El Análisis, desde nuestro punto de vista práctico, es ese momento en que la empresa cliente llega con sus necesidades formativas y nos entrega su material base. En este punto el DI debe encargarse de comprobar sus necesidades pedagógicas. Para ello podemos hacernos una serie de preguntas muy útiles como:¿Qué enfoque narrativo requiere? ¿Necesita avatar o no? ¿Mejor con locución? ¿Será necesario guiar al usuario con un chatbot?
Para atender a todas las necesidades, será necesario un proceso de recolección, análisis y estudio de la información para la instrucción. La detección de necesidades muchas veces viene pautada por el cliente o por el equipo de tu propia empresa, pero, como diseñador instruccional, debes ser capaz de idear la mejor estrategia (acorde al presupuesto y a la tecnología escogida) para llevar esos contenidos a un formato interactivo.
En esta fase se concreta el enfoque pedagógico y la estructura del contenido. Nuestra meta principal es aprender el contenido facilitado por la empresa, para ser capaces de convertirlo en algo más asequible para el aprendizaje.
Nos tenemos que convertir en expertos de diferentes materias en un tiempo récord.
Cuando nos encontramos con materiales más especializados como pueden ser, pólizas o diagnósticos médicos, el proceso de Diseño se complica. Para esta situación, no debemos dudar en pedir ayuda de los expertos de contenido (Subject Manager Expert), también conocidos como SME. Estas personas serán quienes conozcan o incluso hayan desarrollado ese contenido en las propias empresas cliente.
En esta fase comienza a tomar forma el desarrollo de avatares, la interfaz, así como los primeros prototipos de pantalla.
Podemos encontrar también ciertos desajustes respecto a lo pautado en las fases anteriores y en los guiones o storyboards iniciales. La comunicación con el cliente y los SME se vuelve prioritaria, para poder enfocar el proyecto y traducir esas pautas al equipo de diseño.
Es el momento de poner en funcionamiento el curso. Este se incluye dentro de la plataforma o soporte donde tendrá lugar el desarrollo de la instrucción.
¿Cómo nos condiciona la herramienta tecnológica? ¿Qué hay que priorizar? Cada decisión de diseño instruccional va supeditada a la herramienta tecnológica con la estemos trabajando y, por tanto, en este punto nuestro obstáculo aparece cuando tenemos que ajustarnos a un tipo de plataforma o soporte que no conocemos. Esta adaptación puede complicar la coherencia del contenido respecto a las posibilidades del soporte utilizado.
La última etapa del modelo ADDIE, pero para nada menos importante. En este punto, determinamos si el proceso de aprendizaje y formación funciona. Debemos cerciorarnos de que la instrucción que hemos diseñado alcance la eficacia y la eficiencia que se esperaba.
Desafortunadamente, este paso en muchas ocasiones queda fuera de nuestro alcance, por ejemplo, al implementarse nuestro producto de aprendizaje en una plataforma ajena. Sin embargo, si se trata de un producto propio se facilita esta labor tan necesaria:
Cada sistema de DI tienen sus diferentes características teóricas que, siendo realistas, no suelen poder aplicarse en su totalidad en el desarrollo de nuestros proyectos.
Por ejemplo, el modelo ADDIE es muy útil para estructurar los pasos de un diseño instruccional óptimo, pero es muy complicado seguirlo al pie de la letra. Con el resto de sistemas de Diseño Instruccional ocurre lo mismo: el Modelo de Dick y Carey cuenta con un análisis mucho más exhaustivo; en el sistema ASSURE se confiere mucha importancia a la participación de los usuarios; mientras que en el Modelo SAM se prioriza la creación y análisis de pequeños prototipos en el diseño del proyecto.
Ahora bien, ¿con qué nos quedamos? ¿Debemos seguir un modelo de sistema instruccional o varios? La pregunta que planteamos sobre ser o no ser de ADDIE no es del todo certera, ya que lo realmente importante no es elegir un sistema, sino conocer todos los modelos posibles para poder definir las cuestiones de cada uno de ellos que mejor se ajusten al diseño de nuestros proyectos.
El diseño instruccional tiene que ser como montar un puzle, pero tú eres quien elige cuáles son las piezas que encajan