Una plataforma elearning, también conocida como LMS (sistema de gestión de aprendizaje, por sus siglas en inglés), es una herramienta cuyo objetivo es desplegar contenidos, normalmente en forma de cursos, y gestionar la formación. Con esta idea en mente, la de «gestionar una formación», podemos entender la preferencia de un LMS sobre otro desde dos puntos de vista: desde el usuario final que va a usarlo para formarse y desde la empresa que lo utiliza para desplegar contenidos.
En el primer artículo de esta serie sobre LMS, se exponen varios factores importantes a la hora de elegir una plataforma elearning desde el punto de vista del usuario final.
El usuario final normalmente accede a un LMS para consumir unos contenidos. Su objetivo típico es trabajar unos materiales y actividades formativos para completar una formación. Es, por ello, que un LMS debe desplegar sin incidencias los contenidos y debe poder hacerlo respondiendo a un variado abanico de formatos.
A nivel de contenidos, un buen LMS debe ser capaz de desplegar vídeo, PDF, cursos en formato SCORM, podcasts, infografías, etc. A nivel de actividades, un buen LMS debe ser capaz de desplegar foros con interacciones evaluables, cuestionarios tipo test, distintos tipos de preguntas evaluativas, talleres y actividades entre usuarios no tutores, etc. En definitiva, un buen LMS sería lo suficientemente versátil como para poder gestionar un curso más clásico de leer contenidos en PDF y hacer un cuestionario, como para, en otro caso, incluir un seminario web con el que luego se trabaja en un foro evaluable, por poner dos ejemplos de metodologías dispares. Un buen LMS mostraría cualquier tipo de contenido y actividad a los usuarios, sin riesgo de incompatibilidades tecnológicas o de implementación pedagógica.
Si un usuario, al acceder al LMS para formarse, se encuentra con que la conexión es inestable, se cae o va lento, eso va perjudicar enormemente la experiencia formativa, aun a pesar de que los contenidos sean brillantes. Debemos asegurarnos de que la capacidad de alojamiento y tráfico del servidor donde esté alojado el LMS tengan el suficiente margen de maniobra para aguantar el número previsto de usuarios y el volumen de contenidos cargados.
La experiencia de usuario y la facilidad de la interfaz son importantes para que los usuarios no se pierdan en la formación. Si la interfaz o la experiencia son complicadas, se convierten en trabas no pretendidas al aprendizaje. La navegación no debe ser un problema y lo óptimo es que sea intuitiva, agradable, motivadora y con pocas necesidades de explicaciones. Es decir, lo ideal sería que pasara, en cierta medida, desapercibida, al adaptarse sin fisuras al nivel de competencia digital habitual en el usuario final promedio. Una manera muy certera de hacerse una idea de la interfaz del LMS y juzgar su sencillez es solicitar vídeos o incluso un acceso de invitado al LMS para conocerla de primera mano.
Todo LMS ha sido creado considerando, más o menos explícitamente, un modelo pedagógico y comunicativo. Esto, para el usuario final, se traduce en qué posibilidades comunicativas tiene en relación con los ámbitos usuario-usuario, usuario-tutor, usuario-contenidos y usuario-LMS.
Uno de los motivos por los que el elearning no es fácil es porque el usuario está, en cierto modo, (más) solo. La modalidad presencial tiene la ventaja de que se disfruta de una interacción directa, vis a vis, a través de la cual puede ser más sencillo crear un clima de clase adecuado para el aprendizaje y establecer relaciones interpersonales, que ayudan a este mismo fin. La modalidad elearning, al no tener esto, debe fijarse como imperativo establecer unos canales de comunicación adecuados.
Por ello, con vistas a que el usuario participe de una experiencia de aprendizaje en la que pueda comunicarse bien, es conveniente averiguar qué modalidades de comunicación ofrece la plataforma. Algunas de las vías de comunicación que podemos encontrar son:
La formación elearning corporativa debe prestar atención, no solo a lo que le conviene como organización, sino también a preceptos básicos como estos, que tratan de que la experiencia formativa de un usuario final con el LMS sea satisfactoria. En definitiva, con factores de este tipo, se ponen medidas para que los usuarios lleguen hasta el final del curso, para que tengan ganas de entrar en la plataforma para formarse y, además, ayudan a que los planes de formación de las organizaciones sean efectivos.
En el siguiente artículo de esta serie tratamos cómo elegir un LMS desde el punto de vista de la empresa.