¿Cuántas veces has ido a leer un artículo en un diario online, y lo has dejado a la mitad? ¿Cuántos reportajes (largos) has sido capaz de leer por completo a través de tu móvil? Y en el aprendizaje online, ¿qué papel juega el texto? ¿Lee la gente en sus formaciones online? Analicemos las capacidades del texto leído a través de una pantalla, y cómo se beneficia el e-learning de las técnicas del diseño instruccional para mejorar su eficacia.
En el mundo de internet, el texto podría definirse como ese miembro del equipo algo controvertido que la gente no sabe muy bien si odiar o amar. Y es que, a pesar de ser básico para transmitir información y fundamental para clarificar conceptos, lo cierto es que son pocos los equipos de diseño web que adoren al texto escrito. Lo habitual es que traten de evitar su uso a toda costa, transformándolo en material audiovisual: vídeos, animaciones…
¿Por qué gusta tan poco el texto en el mundo online? Bien, las razones son múltiples; pero, lo cierto es que la Red parece haber sido concebida para acoger contenidos interactivos, ágiles. En este entorno, el texto se percibe como un elemento aburrido y demasiado plano. Y si encima es técnico o académico (como suele suceder con el e-learning), la cosa se complica.
Y es aquí donde entra en juego el diseño instruccional, una serie de técnicas que ayudan a la construcción de un guion a partir del texto original, y cuyo fin es mejorar la didáctica del curso. La persona encargada del diseño instruccional es fundamental para hacer más accesible la formación online, ya que, tras el análisis de la información, es capaz de decidir correctamente cuándo sí y cuándo no tiene que haber texto en un curso online.
Pero, antes de ahondar en esta figura, examinemos a fondo la eficacia y posibles problemas que arrastra el texto leído en pantalla.
Lo primero que hay que hacer para solucionar un problema es reconocerlo. Y, efectivamente, es cierto que el texto en pantalla presenta una serie de dificultades.
De hecho, a muchas personas les cuesta más leer online. La razón podría hallarse en la "carga cognitiva"; es decir, el esfuerzo que a la persona le supone procesar la información. Leer en la pantalla de un ordenador o a través de un móvil conlleva más trabajo por el hecho de tener que ir haciendo scroll, recordar en qué parte del texto te has quedado... Todo esto hace que la mente tenga que trabajar más, que leer en una pantalla sea más cansado, con lo que se recuerda menos la información.
Además, cuando se lee un texto online, la gente tiende a pasar menos tiempo en cada página, ya que pincha en alguno de los numerosos enlaces sin volver nunca al escrito anterior. A esto se añade que, con el objetivo de leer y absorber la mayor cantidad de información posible, muchas personas leen con el patrón F (lo que popularmente conocemos como “leer en diagonal”).
Con este término se hace referencia al movimiento que realizan los ojos al leer algo en una pantalla, y se descubrió gracias a una serie de pruebas que se llevaron a cabo mediante la técnica del eye tracking. Así, con la lectura con el patrón F, los ojos siguen una trayectoria en forma de F, y van rápidamente de izquierda a derecha en la parte superior, luego vuelven al punto de origen y escanean la parte izquierda de arriba a abajo, con algún leve escaneo de izquierda a derecha si ven algo que les interesa.
Todo esto desemboca en una tercera consecuencia, y es la alteración del proceso de lectura en sí mismo. En lugar de llevar a cabo lecturas profundas (es decir, desde la concentración y la atención), las personas que leen online pierden más tiempo con técnicas superficiales: escanean visualmente la página, buscan las palabras clave, no leen de manera lineal, sino selectiva, y lo hacen con menos atención. Y el problema, según algunos estudios, es que hemos transferido estas técnicas de lectura superficial del texto online al mundo analógico.
Toda esta problemática estaría llevándonos a una situación de incapacidad para comprender textos, para hacer análisis críticos y de leer documentos complejos, según la investigadora Maryanne Wolf. De hecho, no es raro que estudiantes de e-learning digan que "no leen" o que "no les gusta leer". Y este es, sin lugar a dudas, un problema que la era digital debe afrontar. Aunque sea cierto que la Red parece ser el medio perfecto para la creación de contenido interactivo, no debemos olvidar que el texto es imprescindible si se quieren dar a luz buenos recursos para el e-learning. Por ello, es preciso crear formatos que sepan combinar a la perfección todo tipo de recursos.
Como sucede con casi todo, leer también se entrena. Si alguien lleva mucho tiempo sin hacer ejercicio, no puede plantearse, de la noche a la mañana, correr una maratón. Algo así puede suceder con la lectura. Cuando alguien ha perdido el hábito de leer, hacer que se enfrente a un texto (y más, en una pantalla) puede ser algo duro.
Vayamos ahora al ejemplo concreto de un curso e-learning. Es muy probable que parte del alumnado lleve tiempo (¡años!) sin leer un texto académico. Por ello, ponerles ante un documento muy técnico sobre alguna materia concreta, con un lenguaje específico, con párrafos y párrafos de información, y con datos técnicos hará que muchas personas se bloqueen y ni siquiera pasen de página. ¿Qué hacer para endulzarles la tarea? Recurrir al ya mencionado diseño instruccional. Veamos con detalle la labor de este conjunto de técnicas.
El diseño instruccional se vale de la interactividad que ofrece la Red para dotar a las formaciones de e-learning de una mayor agilidad y frescura, a la vez que potencia la parte didáctica. Así, por ejemplo, en lugar de presentar un texto de varios cientos de páginas lleno de párrafos técnicos, la persona que se encarga del diseño instruccional selecciona aquellos datos e información clave, y decide cómo mostrarla de un modo mucho más digerible y fácil de recordar.
Para ello, se vale de una serie de recursos y herramientas tanto pedagógicas como tecnológicas. Veamos las que se usan, por ejemplo, en INSERVER, compañía de e-learning experta en diseño instruccional.
La persona que se encarga del diseño instruccional de un curso determinado ha de elegir cuidadosamente el formato en que va a mostrar cada parte de la información. Así, por ejemplo, combinar vídeos, imágenes y textos es una forma perfecta de visualizar lo escrito y hacerlo más ameno para el alumnado. Por ejemplo, las demostraciones encajan muy bien con el formato vídeo, mientras que el texto es ideal para transmitir un tipo de conocimiento más conceptual.
En ocasiones, la frase “vale más una imagen que mil palabras” cobra especial importancia. Por ello, uno de sus recursos del diseño instruccional es el de sustituir algunos conceptos expresados en el texto por imágenes o iconos, de manera que la información que se pretende transmitir sea más visual, y tenga más impacto y fuerza sobre la audiencia. Por ejemplo, si en una pantalla se quieren enumerar ocho tipos de deporte, en lugar de escribirlos con texto, se pueden emplear iconos que definan a cada una de estas actividades deportivas.
Muchas de las personas que tendrán que recibir la formación llevarán años sin enfrentarse a un texto académico; por ello, el diseño instruccional tiene como misión hacer más accesible la información. Eso sí, sin dejar de lado la calidad, y generando documentos comprensibles y sin erratas.
Incluir pequeños test o ejercicios es muy útil, ya que incrementa la implicación del alumnado, a la vez que ayuda a fijar conocimientos.
Esta herramienta del diseño instruccional es de las más importantes, por lo que merece ser explicada con más detenimiento. De hecho, en un entorno online, es necesario organizar el texto de un modo distinto para hacerlo más accesible. Gracias a las herramientas del eye tracking, la persona que se encarga del diseño instruccional tiene la capacidad de saber en qué posición es mejor ordenar los contenidos, e incluso en qué orden interesa que esta se muestre al alumnado.
Y es que gracias a la estructura del texto por capas, la información puede ir apareciendo secuencialmente (no toda de golpe, de un modo plano), lo que ayuda mucho a hacerla más asimilable.
También se puede estructurar el texto mediante botones; es decir, en la pantalla aparecen una serie de elementos que, al pinchar sobre ellos, despliegan más datos e información. Esto no solo ayuda a ordenar la información de un modo más didáctico, sino que además incrementa la interactividad, lo que fomenta el aprendizaje.
Además, el diseño instruccional ofrece otros recursos más conocidos como los bullet points, las negritas, el subrayado, el tipo de fuente... Para hacer el texto más visual, lo que ayuda a memorizarlo.
Hacer que el texto de tus formaciones online sea más didáctico y memorizable es más fácil de lo que piensas. Tan solo necesita pasar por el filtro del diseño instruccional.